'El disputado voto de Pepe, el de la tienda'
No conozco su apellido, pero somos vecinos de 'toda la vida'. Los primeros años le llamaba 'señor Pepe', pero con la confianza se ha quedado con 'Pepe, el de la tienda'. Tiene unos 45 años y está casado, con tres hijos, la mayor ya preparándose para la selectividad… Viven en una hermosa ciudad mediterránea, de unos 220.000 habitantes que, sin embargo, no es capital de provincia. La tienda no es suya, es un 'super', pero en mi casa todos vamos a él.
En época electoral se le ve la preocupación, porque es un hombre responsable que conoce el deber y el derecho del voto y de la responsabilidad que adquiere al ejercerlo…
Cuando, en su casa, mira alrededor y ve a su amada esposa, a sus hijos y a su anciana madre conviviendo felizmente, recuerda el esfuerzo solidario de todos ello (¡los niños también, cumpliendo con su deber!) recela, horrorizado, con esos que se atreven a decir: “los niños no son de los padres!; o piensa en su deteriorada y amada madre, recordando su pasado de absoluta entrega familiar… y a la que 'amenaza' la ley eutanásica y la aceptación del 'suicidio asistido', en vez de paliar sus dolores y mostrarle el cariño familiar…
Cuando medita sobre eso, reconoce un partido político que defiende la vida humana, en todas las circunstancia, que fomenta la natalidad y protege a la familia tradicional. Ya tiene su voto decidido…
Pero resulta que Pepe -además de a su familia- ama a su ciudad milenaria, a su extensa comarca, a su acrisolada historia y a sus demandas… Piensa que esa necesidades y demandas necesitan ser reclamadas en los centros del poder político, regionales y nacionales. (¡Cáspita!, el que defiende ardorosamente esos planteamientos es otro partido diferente). Me estoy liando, piensa Pepe... Y no terminan ahí las cosas.
Y es que desde que Pepe trabaja en 'la tienda' han transcurrido 20 años, a lo largo de los cuales, apenas ha tenido un par de cortas bajas laborales. Una de ellas fue cuando le operaron de apendicitis. Siempre ha procurado hacer su trabajo lo mejor posible, sin regatear esfuerzos, pero mira hacia atrás y contempla que su 'status' laboral no ha progresado, sigue siendo un simple vendedor. ¿De qué entraría yo aquí?, se preguntaba. Su remuneración se separaba poco del SMI (salario mínimo interprofesional) y eso habría que resolverlo. Aunque a él lo que le gustaría de verdad es participar un poquito en las decisiones de 'la tienda', sentirse un pequeño propietario de ella… ¡Vaya, pues eso lo defiende otro partido!
Pepe medita que solo tiene 'un voto', y que le gustaría tener 'tres' diferentes, para defender a la familia, al municipio, y al sindicato".