‘Zascas a coste cero’
Tomás Martínez Pagán es Tomás Martínez Pagán. Así de simple y de concluyente. Elegante, optimista y amigo de todos, dispone de una oratoria envidiable que destina la gran mayoría de ocasiones a pregonar y ensalzar los valores de esta tierra, pero también, cuando la ocasión lo requiere, a lanzar ‘dardos’ con estilo y simpatía, con lo que el receptor no sabe en un primer momento si sonreír o cabrearse. Es Tomás. Genuino.
Reconozco que soy uno de sus muchos admiradores y que tengo la inmensa fortuna de vivir en la época en que Cartagena lo disfruta, por lo que alguna de mis perspectivas pueden brotar desde la empatía, pero tengo la sensación de que esto que me pasa le sucede a muchos que lo conocen. Tiene una oratoria envidiable, ya sea con una temática seria como lúdica. Vamos, el ‘savoir-faire’ (saber estar) que dirían los galos. Eso sí, siempre con discursos cargados de contenido para cada ocasión.
Este artículo surge tras haberlo escuchado en la alocución que dio en El Batel tras recibir la distinción de ‘Cartagenero de honor’ en los Premios de Onda Cero, donde ensalzó al que debía ensalzar y soltó zascas a los que debía, siendo los destinatarios el malhacer de nuestros gobernantes con el Mar Menor. Aunque las orejas del político parecen de mármol, les tiró bien pidiéndoles que se dejen de colores e intereses políticos y que trabajen unidos por esa sociedad que forman las personas a las que cada cuatro años le piden el voto.
Dada nuestra amplia movilidad por los núcleos de población de Cartagena, ya habíamos escuchado en otros lugares una petición similar sobre el Mar Menor, especialmente en las fiestas de Pozo Estrecho, donde desde el escenario se les pedía a los políticos que trabajasen juntos por la albufera. Sin embargo, esta vez el foro reunía a muchos más representantes de distintas formaciones y más claro no se pudo decir. Ojalá tenga efecto y si no lo tiene, pues como dijo el grupo de la chirigota de 'Los robinsones de La Isla' en el reciente Carnaval de Cartagena, que los políticos del Congreso de España y de la Asamblea Regional se pongan a sacar fangos y lodos, pues así seguro que, antes de seguir pringados en esa labor, encontrarán una rápida y común solución que destierre lo culparse continuamente. Ya no es cuestión de cual tiene más competencias, sino de hacerlo juntos. Gracias a la unidad de diferentes colores surgió nuestra Constitución tras una dictadura. ¿Es esto más complicado? Ah, y lo mismo se podría decir de la Bahía de Portmán.
Vuelvo a Tomás. Fue tan buena su oratoria en la gala de Onda Cero, que la alcaldesa, que intervino a continuación, hizo un gesto como diciendo '¿y ahora qué digo yo?'. Sin embargo, Noelia Arroyo salió airosa, pues como buena periodista tiene perspectiva panorámica y recursos, al igual que Alberto Castillo, el presidente de la Asamblea Regional que habló después, otro buen profesional de la comunicación.
Tomás sabe comportarse de forma políticamente correcta para decir lo que (a veces) políticamente escuece, pero, que quede claro, lo hace con cuentagotas, sólo cuando lo considera necesario, pues lo veo como una persona optimista y muy orgullosa de su tierra de la que, en un mundo cargado de crítica negativa, emerge con positividad para ensalzar lo mucho y bueno que tenemos, desde lo que vemos hasta lo que ingerimos. Como decimos en Cartagena de Hoy, 'las buenas noticias también son noticia' y Tomás suma más que resta para La Trimilenaria del Siglo XXI. No es de lanzar 'vivas Cartagena' y sí de empujare por 'una Cartagena viva'.
No digo que sea la voz del pueblo, del empresario, del cofrade o del festero, entre otros, pero lo parece por su claridad, racionalidad, cercanía y una independencia que salvaguarda rechazando las diversas propuestas que ha recibido para entrar en política. Si fuese de unos, dejaría de ser de otros, ha explicado en alguna ocasión. Es de Cartagena (con la extensión hacia otras tierras como La Unión), que ya es mucho. Como ser humano, tendrá sus defectos, pero para un servidor es un ejemplo 'ferpecto' de nuestro día a día en sociedad. Gracias, amigo.