'El flautista de Hamelin'
Acosados aún por esta persistente canícula, revisamos nuestras lejas veraniegas (baldas les llaman los de fuera de aquí) buscando lecturas infantiles y juveniles que nos motivaron en aquellos (¡Ay!) lejanísimos veranos…
Aún recuerdo que la de hoy ( “El flautista de Hamelín”) me perturbó profundamente, al identificarme con aquellos niños burlados… Y es que desde hace más de cien años, millones de niños de todos los países han sufrido -y sufren- las “musicales” desventuras del cuento recogido por los hermanos Grimm, basada en una leyenda alemana de 1284, en la que se han inspirado novelas, canciones y hasta óperas…
Recuerdo…
Hamelin era -y es- una tranquila ciudad alemana de la Baja Sajonia, de unos 50.000 habitantes situado junto al rio Weses. Aquel año ( 1.284) tenían un grave problema, ya que la proximidad del rio había producido una gran proliferación de ratas, las cuales, entraban en los graneros y las casas, devorándolo todo… Ante ello el Ayuntamiento, incapaz de resolver el problema convocó un concurso -bien premiado- para quien acabara con la plaga…
Y se presentó un joven flautista, caminando lentamente por las calles, haciendo sonar su flauta…De las alcantarillas, de los sótanos, de los graneros, comenzaron a salir cientos y cientos de ratas, “embrujadas” tras el sonido… El flautista salió de la ciudad y sin dejar de tocar llevó a sus “roedores seguidores” al interior de una gruta, en la que se despeñaron .
¡Por fin Hamelín se habia librado de la plaga. Y el flautista, aplaudido y alabado por los habitantes se dirigió al Ayuntamiento para recoger el jugoso premio… El alcalde le recibió y también le aplaudió, pero dijo que todo había sido demasiado fácil, y no merecía premio…
El flautista, indignado, abandonó el Ayuntamiento, comenzó a caminar lentamente por las calles de Hamelín, ahora limpias de roedores…y comenzó a tocar su flauta…
De los portales de las viviendas, de las plazas de la ciudad, de los patios de los colegios, comenzaron a acudir niños de todas las edades, entusiasmados por la música de aquel flautista, el cual, entre canción y canción, les iba prometiendo divertidos juegos, premios simplemente por acompañarle, brillantes condecoraciones… Y seguía tocando
El flautista entró en la cueva (donde había eliminado a las ratas) y siguió tocando y prometiendo a los niños que le seguían embaucados…
Todos cayeron allí.
Menos el flautista.