‘Las cabezas que no son redondas no ruedan’
Quizás es que son ‘cuadradas’, pues, por mucho que pase, es muy difícil ver ‘rodar cabezas’. Los políticos se creen que con echar la culpa al otro quedan exculpados, cuando lo que muestran es que con ‘mierda’ todos salen manchados. Ahora, la ‘muerte’ vuelve a mostrarse en el Mar Menor, pero no es un caso aislado. Ahí tenemos el ‘monumento a la inoperancia’ que es la bahía de Portmán. Igual que sólo se reprocha fallar un penalti al que lo tira, los únicos que hemos tenido al frente del Estado y de la Región son PP y PSOE. Si estamos como estamos es porque, es obvio, no han estado como deberían estar.
El Mar Menor es un tema de conversación muy habitual en las tertulias. Son muchas sus temáticas, pero el principal es que agoniza. ¿De quién es culpa?. De muchos, pero hay dos principales, los que mandan en el país y en el territorio autonómico. Uno tiene más competencia que el otro, con lo que uno es más incompetente que el otro, pero si vamos a la realidad, la incompetencia es común. Siguen cruzándose acusaciones y, oye, que no se cansan. Mientras, el tiempo pasa y la situación empeora… ¿Qué más da?, lo que importa es estar en el poder. Punto.
Luego viene Valcárcel y entona el parcial ‘mea culpa’ tiempo después. Le honra, pero uno se pregunta si cuando se está en el cargo (en su caso presidiendo el gobierno regional) es tanta la ceguera ocasionada por la guerra política que no ven más allá. Pienso que en el futuro los políticos de ahora también reconocerán su parte de culpa, ¿pero de qué servirá?
En el siglo XXI hay medios para desviar la rambla de El Albujón (entre otras medidas) con diligencia. No es ‘una obra farónica’, es de voluntad política y de poner los intereses del pueblo y de la naturaleza por encima de las ambiciones políticas. Mucho pido.
Pero es que, además, en el Mar Menor hay mucha más que hablar, siempre desde mi humilde opinión. Lo primero, que todos los científicos se pongan de acuerdo en sus criterios. Si no lo hacen, los políticos siempre tendrán una buena excusa para divagar, confrontar y no hacer.
Soy de los que vivió cómo la democracia monárquica se implantaba en nuestro país y se iba desarrollando. Había momentos en que las ‘cabezas’ caían (por ceses o dimisiones) cuando ocurrían ‘cosas gordas’. Eso es pasado, pues en la actualidad da lo mismo llevar tres décadas poniendo excusas de porqué la promesa de la regeneración de la bahía de Portmán no se cumple, que lo mismo da un ‘Mar cada vez Menor’ y hasta se pasa olímpicamente de decenas de miles de manifestantes pidiendo soluciones y de ciento de miles de firmas.
Otra cosa. ¿Queremos una charca gigante? Pienso que no, por lo que deberían estar limpias las playas y sus primeros metros bajo el agua. Está bien salvar especies, pero también parto una lanza por esos seres llamados humanos que viven en la costa o a ella se desplazan en verano. Los ecologistas están al loro de no ver máquinas trabajando y resulta que a mano son más las algas y los lodos que se generan que los que se retiran. Lo dicho, al final, una gran charca. Si hay una solución ideal, adelante, y si no la hay, pues habrá que posicionarse.
Todo esto son ‘paridas mentales’ que se me ocurren y las suelto para expresar lo que serían capítulos de mi ‘mundo ferpecto’, sabiendo que ni lo es ni se le espera.