‘Si tuviéramos una banca pública…’
Las administraciones públicas son las primeras que nos fuerzan a tener cuentas bancarias (para pagar impuestos, para la declaración de la renta, para el cobro de subvenciones…) y cada día estamos más irritados con los abusos y molestias que nos generan desde la banca privada. Creo que desde los que mandan se puede hacer mucho más por los españolitos de a pie de lo que se hace.
Sabemos los problemas que sufren los mayores porque no son habituales usuarios de las tecnologías de estas épocas, sabemos del cierre de oficinas en muchos núcleos de población, sabemos de los gastos que nos cobran por tener nuestro dinero… y encima sabemos que cuando los bancos han ido mal el Estado los ayudado y que ahora está efectuando una ‘limpia bestial’ de empleados. Encima, nos llegan oídas de que van a suprimir las tradicionales libretas de ahorro y que algunos ya preparan cobrar 2 euros al cliente que sea atendido por un empleado.
Ya está bien. Nos prestan un servicio de seguridad para nuestro dinero, pero ellos ya de por sí se benefician moviendo ese ‘dinero ajeno’ en los grandes mercados económicos. En teoría, lo uno por lo otro, pero no es así. ¿Podemos sacar todo el dinero?, pero si lo hacemos, ¿donde lo guardamos?, ¿en casa? Y luego, ¿cómo pagamos recibos e impuestos? No creo que vuelvan a habilitar oficinas para esos pagos.
La solución parece complicada, pero quizás no debería serlo, pues el Estado podría activar una banca pública y que los españolitos tuvíeramos la opción de recurrir a ella, y el que quiera, que se vaya a ‘la privada’. Es decir, como sucede con la sanidad. Sin embargo, es complicado que suceda, pues sabemos la dependencia de los partidos políticos de las entidades bancarias y más cuando hay campañas electorales por medio. Triste, ¿verdad? Otra opción es que todos nos tiremos a la calle a protestar, pero no lo veo, pues los ibérics sabemos más quejarnos que actuar.
De todas formas, lo mismo soy un exagerado y resulta que eso que nos cobren y nos maltraten está dentro de la normalidad de estos tiempos y que todo está ‘ferpecto’ como está.